
Monsieur Nobel
Alejado de las frivolidades y de los modismos, el poeta francés Jean-Marie Gustave Le Clézio mereció el máximo galardón de la literatura mundial. La Academia sueca reconoció tanto la estética de su obra como la ruptura que representa. Y algunos medios extranjeros lo saludaron dándolo por muerto.

Le Clézio, el habitante del mundo
Por Beatriz E. de Parolo
Para LA GACETA - TUCUMAN
La academia sueca recompensa este año "al escritor de la ruptura, de la aventura poética y del éxtasis sensual; al explorador de una humanidad fuera y debajo de la civilización reinante".
Se trata de Jean-Marie Gustave Le Clézio, un auténtico "habitante del mundo", un escritor que no teme ser universalista. Nos referimos al décimo cuarto premio Nobel de Literatura de Francia. ¿De Francia? ¿O quizás, en este caso, de la literatura francófona? El mismo Le Clézio admite que, en su caso, no cree que se pueda establecer una distinción categórica entre ambas nociones. De padres originarios de la isla Mauricio, en una reciente entrevista declaró: "he nacido en Francia (en Niza, en 1940), mi padre era británico; yo he salido de una mezcla, como tanta gente en Europa".
En efecto, este autor (bilingüe) que ama las periferias -domina el español de América-, se considera un isleño. Por momentos a la manera de un exiliado, siente la lengua francesa como su patria, como una suerte de país elegido para vivir.
El hecho de ser un explorador del mundo y de sus culturas no es ajeno a su visible búsqueda de diversas filosofías. Sus ficciones, vividas ya sea en el desierto del Sahara o junto a pueblos originarios de Panamá o de México, regalan impecables testimonios de la riqueza de mundos "diferentes", poco modificados por el contacto con civilizaciones occidentales materialistas y depredadoras. Estos escenarios elegidos por el escritor -genuinos espacios constituyentes de la ocasión de "escuchar" con atención "al otro"- rezuman una fraternidad reveladora de la humanidad de su pensamiento.
Los comienzos
Alcanzó la celebridad a los 23 años al recibir el premio Renaudot por su novela -de neta inspiración existencialista- El atestado. A partir de esta obra se disparó una serie de escritos en los que desplegó su virulenta rebelión contra una sociedad que prioriza la violencia y el dinero, en detrimento de la naturaleza y de los excluidos. Sus viajes a Tailandia y a América latina encendieron en su espíritu una profunda pasión por estas regiones, tras una experiencia cultural y mística que modificó su visión del mundo.
De este modo, y a partir de Les géants (1973), recuperó la calma y buceó en su estilo, en sus tonos, en su escritura para impregnarla de equilibrio y armonía, tanto del hombre consigo mismo y con la sociedad, como con la naturaleza.
La búsqueda de pureza lo condujo al mundo de la infancia. Sus personajes están imbuidos de una ética de vida en la que prevalece el respeto hacia el mundo y hacia los otros. De este modo, con ritmo lento y ondulante, el humanista Le Clézio impregnó de ternura y de nostalgia el enigma de los orígenes y del futuro. En efecto, su conmovedor personaje Mondo, de Mondo y otras historias (1978), así como el de Lalla Hawa, de Desierto (1980), entre muchos otros, develan la relación consonante de sus criaturas con su geografía y su cultura. Alejado de todo tipo de moda, de frivolidades y pirotecnias literarias, su discurso es elegante y refinado; su escritura fluida y límpida se sirve de elementos también naturales, tersos. Arena, árboles, mar, rocas, viento y seres como los que caracterizamos más arriba se confabulan para dotar de poesía a su prosa.
De poesía intensa y sutil, portadora del pensamiento de un hombre libre, de un escritor comprometido que se permite denunciar las tiranías sociales.
Le Clézio escribió más de 40 libros, así como prefacios, biografías, artículos y contribuciones a obras colectivas. Además de los textos nombrados destacamos La fiebre, Terra amata, Le chercheur d?or. Su prosa simple, siempre coloreada por lo antropológico, fue publicada en su mayoría por Gallimard.
La última novela de este incansable viajero, Ritournelle de la faim (2008), es de inspiración autobiográfica y dibuja el retrato de su madre y de su familia, que regresan de la isla Mauricio a París en momentos en los que estalla la Segunda Guerra Mundial.
Obstinada comprensión
A lo largo de su carrera se sucedió una serie de logros: premio de la Academia de Letras de Francia y el Paul Morand, así como las recientes distinciones suecas: la Stig-Dagerman que le será otorgada en estos días y el Nobel, en diciembre.
Le Clézio intenta captar la esencia de lo que todos los relatos del mundo, siempre inspirados por un recorrido interior, tienen en común. Los cuentos indígenas, declaró, recuerdan a los cuentos rusos, tal como fueron descritos por Vladimir Propp: viajes, proezas impuestas al héroe antes de su regreso, siempre protegido por la complicidad de sus ancestros. La novela moderna, de Dickens a Golding, pasando por Stevenson, sigue este esquema.
En suma, este autor parece obstinarse en comprender el funcionamiento de la memoria de la humanidad; es por esto que celebramos vivamente su merecido galardón. © LA GACETA
Beatriz E. de Parolo - Profesora de Francés e investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.







