Bruno Gelber: "la música tiene un poder sanador"
El célebre pianista argentino presentará esta noche un concierto con obras de Beethoven. Pulcro, amable y abierto al diálogo, el artista aseguró que de la Argentina le duelen muchas cosas, pero que antes de hablar prefiere actuar. "Nací con un talento que tengo que ejercer", dijo.
Así como el telescopio le permitió a Galileo Galilei descubrir en el siglo XVII que la Tierra no era el centro del sistema solar, el piano hizo que Bruno Gelber expandiera su arte de una manera universal. "No conozco otra vida más que esta. Toco el piano desde los tres años", señaló.
Amable, distendido, envuelto en el refinamiento que lo caracterizan, el gran pianista argentino aceptó conversar con LA GACETA en la suite del hotel donde se hospeda. "Me pone feliz que la gente recuerde mis actuaciones", señala Gelber, quien se presentará esta noche, a las 21, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento y Muñecas), oportunidad en la que interpretará obras de Beethoven, uno de sus compositores predilectos.
- Beethoven sigue teniendo una magia especial para usted...
- Por supuesto. Pero este programa se hizo porque en Japón festejamos un aniversario de mi primera actuación en aquel país y me pidieron estas obras. Me pareció un lindo programa, con sonatas conocidas y queridas por el público.
- ¿Qué tiene Beethoven que no tienen otros compositores?
- Es muy difícil explicar los sentimientos con palabras. Beethoven expresa con su música esa lucha profunda entre su ser rebelde con su ser supraterreno y espiritual. Por eso, con un par de notas puede saltar de un personaje a otro. ¿Sabe que recientemente se descubrió que Beethoven murió intoxicado? A través de un análisis que se le hizo a uno de sus cabellos, se pudo conocer que padecía de intoxicación de plomo. En aquella época, las fábricas arrojaban sus desechos en el Danubio. Y como él era muy afecto a los pescados de ese río, se contaminó con plomo. En realidad, tuvo una vida muy trágica. Creo que perder la audición es la cosa más atroz que le puede pasar a un músico.
- Jorge Luis Borges decía que la música es la más perfecta de todas las artes, porque involucra todos los sentidos. ¿Usted piensa lo mismo?
- Bueno, yo no soy una autoridad como Borges para dar definiciones de tamaño calibre. Sin embargo estoy de acuerdo con que la música es un arte maravilloso. Y el piano es uno de sus más fantásticos exponentes, porque puede imitar casi todos los sonidos, incluso los orquestales.
- Una vez confesó que se siente agradecido de ser un mensajero de la música, un médium. ¿No se siente también cansado de semejante peso?
- No. Al contrario. Me parece natural. Nací con un talento que tengo que ejercer. Y puedo afirmarlo sin falta de modestia. El talento es un don que Dios esparce de una manera poco democrática entre los seres. Y cuando uno lo recibe, tiene que brindarlo totalmente para poder ser digno de ese talento.
- Los pianistas corren con cierta ventaja sobre otros artistas, porque pueden ejercer su talento por más tiempo...
- Sí, depende de la salud.
- ¿Acaso piensa en el retiro?
- ¿Me veo tan viejo? (risas). No, de ninguna manera pienso en el retiro. Yo creo que la actividad es el don más grande que existe. No hay nada más torpe que el retiro. Yo creo que la posibilidad que tengo de llegar al centro vital de los demás a través de los sonidos es una tarea demasiado linda como para abandonarla.
- ¿Cuesta mucho mantenerse en forma?
- Y sí... Un pianista, como cualquier otro artista, tiene que prepararse constantemente. Yo no mido mis prácticas y ensayos por horas. Lo hago de acuerdo con el programa que me toca interpretar en cada concierto. Anoche, por ejemplo, ensayé hasta las tres de la mañana, en un teclado que hice traer a esta habitación.
- ¿Y cómo son esas prácticas?
- Involucran la parte física y la parte espiritual. En la parte física, tenemos que tener el mismo entrenamiento que un atleta, porque todo pasa por las manos. Yo, por ejemplo, no bebo, ni fumo, ni me drogo. Hay que tener mucha conducta.
- Hace unos años tuvo un accidente que casi le cuesta la mano.
- Si, tengo las cicatrices que me lo recuerdan.
- ¿En esos momentos se imaginó la vida sin el piano?
- No. No puedo. Yo toco desde los tres años. De manera que no recuerdo una existencia sin el piano.
- ¿Se siente ciudadano del mundo?
- Exactamente. He tocado 5.000 conciertos en más de 50 países, de manera que creo haber conquistado hace tiempo la condecoración de ciudadano del mundo.
- Pero si tuviera que elegir un lugar para disfrutar ¿cuál escogería?
- Una playa, con buen clima y mucho sol.
- ¿Y para actuar?
- Decididamente, Alemania y Austria. Porque tienen los públicos más extraordinarios y perceptivos.
- Y, en la Argentina, ¿qué siente?
- Creo que los argentinos son cultos en todo tipo de música. De hecho, estoy maravillado de la ductilidad del argentino. A veces veo actrices y modelos en ese famoso "Bailando por un sueño" que de golpe cantan, bailan o patinan. Y es muy difícil tener esa ductilidad. Como estamos hechos de tantas razas y nacionalidades distintas, hay una fantástica posibilidad de que los argentinos tomen el toro por las astas en cuestiones del arte. Además, creo que el público argentino tiene una virtud adicional: sabe oir y aplaudir. Porque, generalmente, los públicos que escuchan muy bien, aplauden poco.
- ¿Qué cosas le duelen de la Argentina?
- Muchas cosas. Pero creo que no se gana nada con hablar. Hay que actuar. Y yo pienso que lo que hago en el escenario reúne una cantidad de posibilidades de sanación espiritual. La música brinda una paz y una felicidad que es totalmente espiritual. Yo soy de los que piensa realmente que la música nos salva.