18 Agosto 2008
CONTUNDENTE. Mole, la banda de Charly, suena fuerte con estilo propio y un acompañamiento poderoso.LA GACETA / FRANCO VERA
Durante cuatro horas, el club Central Córdoba se convirtió en un boliche en el que bandas de rock y Djs cruzaron estilos y experiencias. El público, que no fue tanto como se esperaba, bailó y arengó a los artistas, en una noche primaveral que hizo que fuera una fiesta completa.
Una fiesta con mucho cotillón, pero sin Soda
La primera jornada del Electro Rock Festival fue de alto impacto. Al traspasar el portón del club Central Córdoba, el público se encontró con que el lugar o parecía ser el de siempre, sino un gran boliche.
Clovers, floguers, rockeros del ala dura, poperos sensibles y muchos curiosos y nostálgicos que esperaban ver siquiera a dos de los ex Soda Stereo juntos se cruzaron en la pista, salvando sus diferencias con sólo ignorarlas.
Alrededor de 2.500 personas bailaron sin parar las dos últimas horas de show, ayer a la madrugada, con los sets de los Dj Zeta Bosio (el ex bajista de Soda Stereo) y de Diego Ro-K, convertidos en los reyes de la noche.
Zeta fue el primero de los dos. ºel se trepó a la consola que tan bien preparada estaba, mientras Mole, la banda del batrerista de Soda Charly Alberti, terminaba su primer recital en casi dos años. Cuando el seguidor iluminó al bajista, se esfumaron las esperanzas de muchos de verlos tocar juntos aunque sea una sola canción de Soda. En los camarines, los dos charlaron y se alentaron antes de iniciar sus shows. Nada más, nada menos.
"Van a hacer ?Persiana americana? juntos. Vine sólo para eso porque no pude ir a Buenos Aires a ver el regreso de Soda", dijo temprano Carolina Fuentes, una treintañera que seguramente se fue decepcionada porque su palipto no se cumplió.
Pero tampoco hubo cantitos o pedidos para que Mole, con o sin Zeta, hiciera algo de Soda. No había lugar, porque el sonido de esta banda es demasiado diferente, mucho más alternativo y menos pop que aquel trío.
Mole suena fuerte y bien. Está armada por un batero, por lo que todos siguen a Charly, quien se luce con los palos mucho más que en sus días con Zeta y Gustavo Cerati. Mole estrenó en vivo su disco homónimo, que no había podido presentar por el regreso del trío.
En el inicio de la noche, la sorpresa la dio Sinapsis, una banda rosarina que fichó en el sello Alerta, de Zeta, y que está empezando a recorrer el país con su primer disco, llamado "Cosas nuevas". Fusiona rock, pop y electrónica, con mucha fuerza, un imponente look y una puesta demoledora.
Cuando arrancó, había alrededor de 100 personas, que por cómo agitaron, serán seguramente los primeros 100 seguidores de Sinapsis en Tucumán.
Le siguió el dúo Los Sueños de Anderson, que con una gran cantidad de sintetizadores, teclados y computadoras, desatornilló la electrónica para que nadie pudiera quedarse quieto.
Estas dos bandas, junto algunos pasajes en el show de Mole (impecables loops sin máquinas), justificaron el nombre del festival.
Con Zeta, el rock mantuvo su omnipresencia, y desató la locura de la gran mayoría de los asistentes cuando el músico mezcló en la consola fragmentos de "De música ligera", de Soda (fue la única alusión en toda la noche).
Diego Ro-K, a puro tecno, pero con sangre rockera, le puso el broche de oro a una noche casi primaveral que, aunque corta, dejó a todos sin aliento.
Anoche, al cierre de esta edición, estaba por comenzar la segunda y última jornada del festival, que es mucho más rockera que la anterior. Se esperaban las actuaciones de los Ratones Paranoicos, Arbol, Alem, Gran Valor y Malas Lenguas.
Buen montaje, pero mal sonido
La escenografía, como el escenario, fueron impactantes por su tamaño y la aplicación de recursos tecnológicos (proyección de imágenes en seis pantallas, luces, y efectos. El sonido, sin embargo, no fue de lo mejor, y fue la banda Cuentos Borgeanos la que se llevó la peor parte.
Una fiesta con mucho cotillón, pero sin Soda
La primera jornada del Electro Rock Festival fue de alto impacto. Al traspasar el portón del club Central Córdoba, el público se encontró con que el lugar o parecía ser el de siempre, sino un gran boliche.
Clovers, floguers, rockeros del ala dura, poperos sensibles y muchos curiosos y nostálgicos que esperaban ver siquiera a dos de los ex Soda Stereo juntos se cruzaron en la pista, salvando sus diferencias con sólo ignorarlas.
Alrededor de 2.500 personas bailaron sin parar las dos últimas horas de show, ayer a la madrugada, con los sets de los Dj Zeta Bosio (el ex bajista de Soda Stereo) y de Diego Ro-K, convertidos en los reyes de la noche.
Zeta fue el primero de los dos. ºel se trepó a la consola que tan bien preparada estaba, mientras Mole, la banda del batrerista de Soda Charly Alberti, terminaba su primer recital en casi dos años. Cuando el seguidor iluminó al bajista, se esfumaron las esperanzas de muchos de verlos tocar juntos aunque sea una sola canción de Soda. En los camarines, los dos charlaron y se alentaron antes de iniciar sus shows. Nada más, nada menos.
"Van a hacer ?Persiana americana? juntos. Vine sólo para eso porque no pude ir a Buenos Aires a ver el regreso de Soda", dijo temprano Carolina Fuentes, una treintañera que seguramente se fue decepcionada porque su palipto no se cumplió.
Pero tampoco hubo cantitos o pedidos para que Mole, con o sin Zeta, hiciera algo de Soda. No había lugar, porque el sonido de esta banda es demasiado diferente, mucho más alternativo y menos pop que aquel trío.
Mole suena fuerte y bien. Está armada por un batero, por lo que todos siguen a Charly, quien se luce con los palos mucho más que en sus días con Zeta y Gustavo Cerati. Mole estrenó en vivo su disco homónimo, que no había podido presentar por el regreso del trío.
En el inicio de la noche, la sorpresa la dio Sinapsis, una banda rosarina que fichó en el sello Alerta, de Zeta, y que está empezando a recorrer el país con su primer disco, llamado "Cosas nuevas". Fusiona rock, pop y electrónica, con mucha fuerza, un imponente look y una puesta demoledora.
Cuando arrancó, había alrededor de 100 personas, que por cómo agitaron, serán seguramente los primeros 100 seguidores de Sinapsis en Tucumán.
Le siguió el dúo Los Sueños de Anderson, que con una gran cantidad de sintetizadores, teclados y computadoras, desatornilló la electrónica para que nadie pudiera quedarse quieto.
Estas dos bandas, junto algunos pasajes en el show de Mole (impecables loops sin máquinas), justificaron el nombre del festival.
Con Zeta, el rock mantuvo su omnipresencia, y desató la locura de la gran mayoría de los asistentes cuando el músico mezcló en la consola fragmentos de "De música ligera", de Soda (fue la única alusión en toda la noche).
Diego Ro-K, a puro tecno, pero con sangre rockera, le puso el broche de oro a una noche casi primaveral que, aunque corta, dejó a todos sin aliento.
Anoche, al cierre de esta edición, estaba por comenzar la segunda y última jornada del festival, que es mucho más rockera que la anterior. Se esperaban las actuaciones de los Ratones Paranoicos, Arbol, Alem, Gran Valor y Malas Lenguas.
Buen montaje, pero mal sonido
La escenografía, como el escenario, fueron impactantes por su tamaño y la aplicación de recursos tecnológicos (proyección de imágenes en seis pantallas, luces, y efectos. El sonido, sin embargo, no fue de lo mejor, y fue la banda Cuentos Borgeanos la que se llevó la peor parte.