Clientelismo voraz

Clientelismo voraz

Drama en el hipódromo. Un análisis de Carlos Abreu, Redacción LA GACETA. Más información en la sección Política

GESTO ADUSTO. El gobernador Alperovich, la Presidenta y el senador José Pampuro se mostraron compungidos.LA GACETA /  JUAN PABLO SANCHEZ NOLI GESTO ADUSTO. El gobernador Alperovich, la Presidenta y el senador José Pampuro se mostraron compungidos.LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
10 Julio 2008
La fatalidad, la desgracia o la mala suerte son atajos a los que se recurre cada vez que se intenta explicar lo inadmisible en política. El Gobierno había apostado a impresionar a Cristina Fernández de Kirchner con una concentración multitudinaria en la capital de la República, pero terminó impactando a la Nación con una nueva tragedia. Le arruinó, también, el escenario y el discurso a Cristina. Otra vez, el interior de la provincia -el bastión electoral del PJ- sufrió la pérdida de uno de sus habitantes, el taficeño Juan Valdez. Había caído en el olvido el caso del luleño Carlos Marriera. Sin embargo, la historia se repite y actualiza la memoria. El 18 de junio, Marriera -que tenía 21 años- murió aplastado por una farola en la plaza de Mayo, antes de que la Presidenta fustigara al campo. El joven había partido a Buenos Aires con la promesa de pago de $ 200, en un ómnibus fletado por concejales justicialistas de Lules. Valdez era empleado de la Municipalidad de Tafí Viejo. Tal como Marriera, fue víctima del implacable clientelismo, que ata el trabajo a la subordinación política.