Acusan de estafa a la mujer que quiso donar sus órganos a Sandro

Su estatura es tan pequeña y camina tan lento que parece una abuela común y cualquiera. Anoche, al ver al fotógrafo de LA GACETA, se cubrió el rostro con una campera y ocultó su cabello teñido de rubio. Tenía las manos esposadas y avanzaba en compañía de dos policías cuando entró a la sede central de la Brigada de Investigaciones. Blanca Mercedes Jiménez se hizo famosa hace 10 días cuando anunció que estaba dispuesta a vender un pulmón o un riñón al cantante Sandro para comprar una vivienda. Inclusive su nombre trascendió las fronteras del país al publicarse la noticia en los diarios de Chile, de Perú y de Colombia, entre otros.
Ahora una nueva realidad le cayó encima a la mujer. A las 21 fue detenida por la Policía, acusada de una presunta estafa en contra de su vecina, Margarita Elena Giscafré.  Al allanar el domicilio de Jiménez, ubicado en la calle 7, entre 8 y 10, del barrio San Lorenzo, en Las Talitas, la Policía secuestró documentación que compremetería su situación procesal. Según la investigación, Jiménez era empleada doméstica de Giscafré. Entre sus tareas habituales debía pagar las boletas de la luz, del gas, del agua y de los impuestos. Habría aprovechado la confianza de su empleadora para utilizar esa documentación y obtener, de ese modo, un préstamo de $ 1.800 a nombre de Giscafré, pero sin su autorización. Los pesquisas hallaron los certificados de crédito de una entidad crediticia privada denominada “Plural Coop”, donde Jiménez habría obtuvenido el empréstito, y fotocopias y originales de boletas de servicios a nombre de su empleadora.
Además, se encontró una declaración jurada del paso por Aduana efectuada ante la AFIP en Los Pocitos, el paso fronterizo a Bolivia, a donde viajó en un tour de compras. Esa documentación también habría sido realizada por Jiménez a nombre de Giscafré.
El comisario Héctor Vera explicó que la causa está en manos de la fiscalía de la IV Nominación, Carlos Sale, que hoy le tomará declaración indagatoria. “Camine abuela, camine”, le dijo un policía mientras la conducía hasta su lugar de detención todavía con el rostro cubierto.