16 Abril 2008
Más que conceptos, gestos políticos
Alperovich festejó el resultado de la visita presidencial a Tucumán. Cristina Fernández de Kirchner se cuidó de referirse al conflicto con el campo. Internas desafectadas. Por Juan Manuel Asis -Redacción LA GACETA.

Respecto de esta corta visita, es precisamente Alperovich el que está más que exultante. En términos políticos, la presencia de Cristina Fernández implicó un gesto de respaldo institucional a su gestión y una devolución de gentilezas, porque el mandatario puso la cara para recibir las bofetadas de los sojeros cuando los atacó por sus protestas al defender la política de retenciones del poder central. En ese sentido, la inauguración del hospital de Aguilares -un hecho de gran impacto social en el sur- fue una buena excusa. Alperovich puede ahora dormir tranquilo; tiene el aval presidencial y cuenta con la gran posibilidad de que durante 2008 la Presidenta regrese a Tucumán en tres oportunidades más (Cumbre del Mercosur, en junio; 9 de julio y cuando se empiece el hospital del este, tal vez en setiembre). Para la reflexión queda la forma en la que los Kirchner expresan su agradecimiento a los leales: con obras y con gestos políticos, una forma especial de sometimiento institucional.
Otro elemento que se debe considerar es la organización de la recepción a la Presidenta. Desde la Casa de Gobierno se hicieron esfuerzos y se tomaron las precauciones para que no se empañara la visita y para que el marco fuera multitudinario. Así es como en los últimos días se trató, por todos lo medios, de atenuar los efectos de las rispideces internas del bloque oficialista, como para que la fractura no estallara en las horas previas a la visita presidencial.
Alperovich mismo salió a asegurar que no existen diferencias entre los parlamentarios y a apuntar que la Legislatura no tendrá problemas de recursos este año, un tema que amenaza con empañar una promesa de campaña y con darle la razón a Fernando Juri, en cuanto a que la Cámara no puede funcionar con $ 100 millones. La intención fue apaciguar los ánimos de la propia tropa para que no aparecieran algunos desbocados por Aguilares.
Otro hecho, no menor, fue que el titular del PE no dejó pasar por alto la relación entre él y el intendente de la capital, Domingo Amaya, al asegurar que es muy buena y que no hay un enfrentamiento subterráneo con miras a 2011. El detalle es que para sostener que no hay ninguna pelea usó una frase curiosa: "yo lo puse". Las implicancias son graves, más allá de que si lo dijo sin pensar, ya que se puede desprender que así como lo puso, también lo puede sacar. Si este fuera el real sentido de sus dichos, ¿cómo lo haría? La única forma de desplazar a un intendente elegido por el pueblo es por mala conducta o por negligencia grave en el cumplimiento de sus deberes (artículo 43 de la Ley 5.529). Y lo debe hacer el Concejo Deliberante (hoy los concejales son más alperovichistas que amayistas). Aunque, dado el reciente abrazo que se prodigaron Amaya y el ex presidente Néstor Kirchner (y no precisamente para la foto), mejor es decir que la relación es muy buena, antes que dar a entender que lo puede remover.
Además, cuando Kirchner bendijo a Amaya en la presidencia del Bloque Federal de Intendentes Justicialistas, lo que hizo fue apuntar tácitamente que en Tucumán tiene otro candidato, u "otro pollo", como suele decirse en la jerga política. Algo propio de los jefes del peronismo: tener varias figuritas para que nadie se crea el elegido, y para que todos constantemente tengan que dar muestras de más fidelidad que el otro supuestamente elegido. Eso convierte a Amaya en un intocable; por ahora.
Lo cierto es que esta interna en ciernes no hizo llegar la sangre al río en el día de la visita presidencial. Se la desafectó. Así las cosas, Alperovich tuvo su día peronista, para goce propio.
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