16 Marzo 2008
Ayer, a las 18.30, Francisco Sassi Colombres lucía con la tranquilidad de quien, luego de largos cabildeos internos, ha tomado una decisión fundamental, casi sin margen para una marcha atrás. Lo peor parecía haber quedado atrás. El viernes, cuando la Legislatura le prestó acuerdo para que fuera vocal de la Corte Suprema de Justicia, no se imaginó que sólo 24 horas más tarde iba a manifestar lo que confesó a LA GACETA: “pese a haber cumplido con todos los pasos institucionales necesarios para asumir en el alto tribunal, estoy evaluando los términos de mi renuncia a la postulación con la que me honró el gobernador (José Alperovich) y que apoyaron los legisladores”.
Café mediante, cuando se le preguntó por qué, se justificó: “no quiero entorpecer la acción del gobierno ni a mi provincia. Una persona digna no puede aferrarse a cuestiones formales”.
Sus palabras no traslucían rencor ni ánimo de venganza. No obstante, sin personalizar ni precisar a quiénes se refería, no se privó de advertir: “tengo muy en claro que intereses por todos conocidos han tratado de desprestigiar injustamente mi persona durante los últimos días usando los métodos ya conocidos: la infamia y la calumnia, sin ningún tipo de distinción por el solo hecho de haber colaborado en la transición democrática en una etapa triste para la historia argentina”.
Desde que el mismo viernes 7 del corriente Alperovich optó por Sassi Colombres para cubrir la vacante generada ese día por la renuncia de Héctor Eduardo Area Maidana, algunas voces se levantaron contra el elegido porque fue secretario de Gobierno y fiscal de Estado de Antonio Merlo, durante el último tramo del gobierno militar. “Este estado de cosas trascendió los límites de la provincia luego de que obtuve el correspondiente acuerdo legislativo. Esto es lo que me lleva a recapacitar sobre la conveniencia de asumir tan grave responsabilidad”, reconoció el ex funcionario.
En defensa propia
Sassi Colombres defendió su pasado y su presente. “Es pública y notoria la historia que he transitado en la vida pública provincial. Tampoco nadie puede alegar contra mis convicciones democráticas y sobre mi posición respecto de los derechos humanos”, dijo.
El experimentado letrado insistió en que jamás ocultó ningún capítulo de su trayectoria en su paso por la función pública o en cargos de relevancia. “Todo era conocido no sólo cuando ocupé cargos en el Colegio de Abogados (fue presidente del Tribunal de Etica y Disciplina de la institución), sino también en los que desempeñé tratando de añadir mi cuota, siempre en aras del bien de la provincia”, recalcó.
Con determinación y como si se tratara de una declaración de principios, el ex fiscal de Estado (el viernes Alperovich le aceptó la renuncia para que fuera a la Corte) subrayó: “yo nunca solicité ninguna función. Se me pidió colaboración por mis conocimientos técnicos y jurídicos”.
A modo de corolario, con los ojos brillosos, pero con firmeza, anticipó: “volveré al ejercicio de la profesión con la frente bien alta y con la sensación de haber puesto lo mejor de mi persona en el cumplimiento de las funciones que me habían encomendado”.
Café mediante, cuando se le preguntó por qué, se justificó: “no quiero entorpecer la acción del gobierno ni a mi provincia. Una persona digna no puede aferrarse a cuestiones formales”.
Sus palabras no traslucían rencor ni ánimo de venganza. No obstante, sin personalizar ni precisar a quiénes se refería, no se privó de advertir: “tengo muy en claro que intereses por todos conocidos han tratado de desprestigiar injustamente mi persona durante los últimos días usando los métodos ya conocidos: la infamia y la calumnia, sin ningún tipo de distinción por el solo hecho de haber colaborado en la transición democrática en una etapa triste para la historia argentina”.
Desde que el mismo viernes 7 del corriente Alperovich optó por Sassi Colombres para cubrir la vacante generada ese día por la renuncia de Héctor Eduardo Area Maidana, algunas voces se levantaron contra el elegido porque fue secretario de Gobierno y fiscal de Estado de Antonio Merlo, durante el último tramo del gobierno militar. “Este estado de cosas trascendió los límites de la provincia luego de que obtuve el correspondiente acuerdo legislativo. Esto es lo que me lleva a recapacitar sobre la conveniencia de asumir tan grave responsabilidad”, reconoció el ex funcionario.
En defensa propia
Sassi Colombres defendió su pasado y su presente. “Es pública y notoria la historia que he transitado en la vida pública provincial. Tampoco nadie puede alegar contra mis convicciones democráticas y sobre mi posición respecto de los derechos humanos”, dijo.
El experimentado letrado insistió en que jamás ocultó ningún capítulo de su trayectoria en su paso por la función pública o en cargos de relevancia. “Todo era conocido no sólo cuando ocupé cargos en el Colegio de Abogados (fue presidente del Tribunal de Etica y Disciplina de la institución), sino también en los que desempeñé tratando de añadir mi cuota, siempre en aras del bien de la provincia”, recalcó.
Con determinación y como si se tratara de una declaración de principios, el ex fiscal de Estado (el viernes Alperovich le aceptó la renuncia para que fuera a la Corte) subrayó: “yo nunca solicité ninguna función. Se me pidió colaboración por mis conocimientos técnicos y jurídicos”.
A modo de corolario, con los ojos brillosos, pero con firmeza, anticipó: “volveré al ejercicio de la profesión con la frente bien alta y con la sensación de haber puesto lo mejor de mi persona en el cumplimiento de las funciones que me habían encomendado”.