04 Marzo 2008
El bar “El Molino” siempre tuvo sectores bien diferenciados: a la derecha se jugaba al ajedrez y al dominó, a la izquierda se conversaba, se “cafeteaba” y al fondo estaban los billares.
Una característica del local fue que siempre estaba abierto. Sus puertas se cerraban sólo dos días al año: el 1 de enero y el 1 de Mayo. Los memoriosos afirman que, en las décadas del 50 y del 60, en el Día del Trabajador los clientes se convertían en invitados: los dueños del lugar asaban una tambera y se hacía un gran asado, más 200 litros de locro y empanadas. Cuentan que estas tareas se trasladaban al campo (a una finca), incluido el mobiliario del local y hasta los tableros de juego.
Grandes glorias del snooker pool, la billa y la carambola pasaron por “El Molino”. Algunos de ellos fueron Eduardo Elías (cinco veces campeón argentino de snooker pool), Armando “Lulo” Díaz (también campeón argentino), Miguel “Miquicho” Zavalía, Atilio Contini, Valentín Kreisel (figura de la carambola) y Alberto Nieva, hombre que tenía la particularidad de jugar con una sola mano.
En los 50, los hermanos Pedro, Ramón, Amador y José Vidal se hicieron cargo del bar de su padre y lo transformaron en “El Molino”. La primera medida que tomaron fue terminar con la fama de antros que tenían los billares. Para eso, impusieron un particular sistema de expulsiones. Los que se portaban mal eran echados por algunos días. Si eran reincidentes, el castigo podía durar meses. A la tercera vez, el exilio era definitivo. Eso llevó, según relatan algunos habitués, a que crear un ambiente de respeto y armonía.
Las partidas de ajedrez y de dominó en pareja eran habituales. Allí se mezclaban lustrines y funcionarios judiciales en reñidas y recordadas batallas.
Una característica del local fue que siempre estaba abierto. Sus puertas se cerraban sólo dos días al año: el 1 de enero y el 1 de Mayo. Los memoriosos afirman que, en las décadas del 50 y del 60, en el Día del Trabajador los clientes se convertían en invitados: los dueños del lugar asaban una tambera y se hacía un gran asado, más 200 litros de locro y empanadas. Cuentan que estas tareas se trasladaban al campo (a una finca), incluido el mobiliario del local y hasta los tableros de juego.
Grandes glorias del snooker pool, la billa y la carambola pasaron por “El Molino”. Algunos de ellos fueron Eduardo Elías (cinco veces campeón argentino de snooker pool), Armando “Lulo” Díaz (también campeón argentino), Miguel “Miquicho” Zavalía, Atilio Contini, Valentín Kreisel (figura de la carambola) y Alberto Nieva, hombre que tenía la particularidad de jugar con una sola mano.
En los 50, los hermanos Pedro, Ramón, Amador y José Vidal se hicieron cargo del bar de su padre y lo transformaron en “El Molino”. La primera medida que tomaron fue terminar con la fama de antros que tenían los billares. Para eso, impusieron un particular sistema de expulsiones. Los que se portaban mal eran echados por algunos días. Si eran reincidentes, el castigo podía durar meses. A la tercera vez, el exilio era definitivo. Eso llevó, según relatan algunos habitués, a que crear un ambiente de respeto y armonía.
Las partidas de ajedrez y de dominó en pareja eran habituales. Allí se mezclaban lustrines y funcionarios judiciales en reñidas y recordadas batallas.