22 Febrero 2008
El amor de Juan Lavalle
Damasita siguió al general después de Famaillá. Por Carlos Páez de la Torre (h)
EL CADAVER DE LAVALLE. Un sector del célebre óleo de Juan M. Blanes, muestra a los soldados en la quebrada de Humahuaca en 1841, transportando el cuerpo de su general, que va cubierto por la bandera. LA GACETA
Es sabido que el 19 de setiembre de 1841, en la batalla de Famaillá, fue derrotado el ejército de la Liga del Norte contra Rosas. Su jefe, Juan Lavalle, logró escapar con los soldados que pudo reunir, rumbo al norte. Se sentía muy enfermo y se detuvo en Salta.
Allí quedó prendado de una joven de 28 años, Damasita Boedo, hija del coronel José Francisco Boedo y sobrina del doctor Mariano, congresal de la Independencia. Tenía Damasita el pelo rubio peinado en "bandeau", y "los ojos glauco-azulados velados por largas pestañas negras; la boca carnosa y pequeña, y toda aquella cabeza luminosa sostenida por un cuello largo y bien plantado sobre dos hombros de líneas huidizas", describe un biógrafo.
Bernardo Frías, en sus "Tradiciones", dice que la cautivó esa "maestría en las lides de las faldas que lleva consigo todo militar audaz y de ojo alegre". En suma, la joven dejó todo y se fue con Lavalle a Jujuy. Estaban juntos aquella mañana del 9 de octubre, cuando el tiro disparado desde la calle a través de la puerta de la casa donde se refugiaban, acertó en el rostro de Lavalle y lo mató instantáneamente.
Los soldados resolvieron cruzar la frontera de Bolivia llevando los restos de su jefe. El general Pedernera ofreció a Damasita una escolta para que volviese a Salta. "Señor general, cuando una joven de mi clase pierde una vez su honra, no puede volver jamás a su país; prepáreme usted una mula para seguir yo también adelante, y vivir y morir como Dios me ayude" fue la respuesta, dice Frías.
Así, partió con los soldados. De acuerdo a autores que cita Vicente Cutolo, la salteña vivió luego en Chuquisaca, La Paz, Coquimbo y Lima, dedicada a educar niños, e inclusive intentó entrar de monja, pero se lo impidió su mala salud.
En cambio, de acuerdo a Frías, en Salta es tradición que fue amante de Guillermo Billinghurst en Bolivia, y que aquel luego la llevó a Chile, donde vivió con gran holgura. Retornó a Salta un día. "Deslumbró e incitó la envidia por sus trajes riquísimos y sus chales de seda de Cachemira con que se paseó por las calles, se zarandeó por los paseos y se arodilló en los templos". Su "amabilísima hermosura" resplandecía aún. Frías supone que murió en Chile, en tanto Cutolo afirma que falleció en Salta, el 5 de setiembre de 1880.
Allí quedó prendado de una joven de 28 años, Damasita Boedo, hija del coronel José Francisco Boedo y sobrina del doctor Mariano, congresal de la Independencia. Tenía Damasita el pelo rubio peinado en "bandeau", y "los ojos glauco-azulados velados por largas pestañas negras; la boca carnosa y pequeña, y toda aquella cabeza luminosa sostenida por un cuello largo y bien plantado sobre dos hombros de líneas huidizas", describe un biógrafo.
Bernardo Frías, en sus "Tradiciones", dice que la cautivó esa "maestría en las lides de las faldas que lleva consigo todo militar audaz y de ojo alegre". En suma, la joven dejó todo y se fue con Lavalle a Jujuy. Estaban juntos aquella mañana del 9 de octubre, cuando el tiro disparado desde la calle a través de la puerta de la casa donde se refugiaban, acertó en el rostro de Lavalle y lo mató instantáneamente.
Los soldados resolvieron cruzar la frontera de Bolivia llevando los restos de su jefe. El general Pedernera ofreció a Damasita una escolta para que volviese a Salta. "Señor general, cuando una joven de mi clase pierde una vez su honra, no puede volver jamás a su país; prepáreme usted una mula para seguir yo también adelante, y vivir y morir como Dios me ayude" fue la respuesta, dice Frías.
Así, partió con los soldados. De acuerdo a autores que cita Vicente Cutolo, la salteña vivió luego en Chuquisaca, La Paz, Coquimbo y Lima, dedicada a educar niños, e inclusive intentó entrar de monja, pero se lo impidió su mala salud.
En cambio, de acuerdo a Frías, en Salta es tradición que fue amante de Guillermo Billinghurst en Bolivia, y que aquel luego la llevó a Chile, donde vivió con gran holgura. Retornó a Salta un día. "Deslumbró e incitó la envidia por sus trajes riquísimos y sus chales de seda de Cachemira con que se paseó por las calles, se zarandeó por los paseos y se arodilló en los templos". Su "amabilísima hermosura" resplandecía aún. Frías supone que murió en Chile, en tanto Cutolo afirma que falleció en Salta, el 5 de setiembre de 1880.