20 Enero 2008
PASO CERRADO. El cruce por el río Las Tablas es una de las principales dificultades que enfrentan los vecinos que habitan la zona, en tiempos de creciente. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA
La expresión es más o menos recurrente. La usan los vecinos de San Miguel de Tucumán cuando dejan la ciudad y descubren la precariedad en la que muchos comprovincianos viven fuera de ella. Y también la emplean los tucumanos que no viven en la capital, como síntesis del renegar que les provoca la situación de abandono con la que conviven en muchos distritos. "El interior es tierra de nadie", dice la queja. Más allá de las valoraciones personales, LA GACETA comprobó que, objetivamente, la afirmación es cierta.
Tierra adentro, no todo es municipios o comunas. De acuerdo con estadística existente en el Ministerio del Interior de la Provincia, en ocho de los 16 departamentos del interior hay territorios que no tienen jurisdicción. La extensión que ocupan supera los 900 kilómetros cuadrados (km2), según el relevamiento oficial al que tuvo acceso LA GACETA.
La magnitud se advierte mejor si se considera que, teniendo en cuenta la superficie que tienen asignada, en la extensión sin jurisdicción cabría la totalidad de los municipios de Juan Bautista Alberdi, San Isidro de Lules, Tafí Viejo, Bella Vista, Banda del Río Salí, Alderetes, Las Talitas, Concepción, La Cocha, Yerba Buena, Aguilares, Monteros, Tafí del Valle, Simoca y San Miguel de Tucumán. Y aún sobrarían 187 km2.
En parajes
Como explicó el ministro del Interior, Osvaldo Jaldo, estas extensiones son sitios que no están dentro del ejido de una municipalidad ni de una delegación rural. Y, por tanto, en la mayoría de los casos no reciben los servicios que prestan esas administraciones, lo que determina que quienes viven en esos lugares tampoco pagan tributos de ninguna índole. Son lo que, comúnmente, la gente llama parajes.
Según explica el arquitecto Raúl Torres Zuccardi (ver nota en página 11), especialista en planificación, esos sectores son verdaderos intersticios, espacios que quedaron marginados en las modificaciones del mapa político provincial. Esto fue producto de la creación de nuevas jurisdicciones, de la alteración de la superficie que estaba a cargo de las que ya existían o de la modificación de los límites de ciudades y de pueblos. Lo que estas "tierras de nadie" denuncian en forma silenciosa, además, es que sólo ha habido un criterio político para el diseño del territorio provincial.
Un verdadero ordenamiento, propone el profesional, pasaría, por ejemplo, por crear comunas que administren regiones de acuerdo con el microclima. Así fue expuesto detalladamente, pero de manera infructuosa a los fines prácticos, en un trabajo realizado por expertos universitarios a principios de la década del 90, con financiamiento del Estado español, denominado Directrices para el Ordenamiento Territorial (DOT).
Si bien esta situación no forma parte de las cuestiones más urgentes para los poderes políticos, lo cierto es que sí integra su agenda. El presidente de la comisión de Asuntos Municipales y Comunales de la Legislatura, Oscar Godoy, recuerda que durante la gestión anterior se modificaron los límites de dos municipalidades para ampliar la superficie que tienen a cargo y, así, absorber territorios que no tenían jurisdicción. Ahora propuso retomar la tarea inconclusa (ver nota en página 11).
Construcciones flamantes
Lo curioso del fenómeno consiste en que estas extensiones desatendidas (reciben servicios sólo por la buena voluntad de intendentes o comisionados, no porque estén bajo su dependencia), han comenzado a ser pobladas. Y no mediante asentamientos ilegales.
"El departamento Tafí del Valle constituye un caso crítico en este sentido. Se están desarrollando extensos emprendimientos inmobiliarios en un área que carece de jurisdicción. Concretamente, en el sector noreste del cerro El Pelao están construyéndose casas importantes, a pesar de la carencia de prestación de servicios urbanos", advierte la arquitecta Marta Casares, una de las especialistas que elaboró el informe DOT.
La profesional afirma que, en otros casos, donde los moradores de las tierras sin jurisdicción no viven en chalets sino en casas modestas o en humildes ranchos, se padece toda clase de agravantes de la situación social. "Las condiciones en las que vive la población de esas zonas desatendidas del interior muestra las mayores privaciones en materia de indicadores de necesidades básicas. Las que más sufren, además, son las mujeres", describe Casares.
Lo confirma Paulina Rodríguez de López. Vive con su familia en Potrero de las Tablas, emblemático territorio sin jurisdicción en el departamento Lules, donde todo le queda lejos. Esa lejanía, incluso, le costó la vida de dos de sus hijos. Eso sí, siente que su casa le queda próxima a los dirigentes políticos cuando se acercan las elecciones y van a buscarla para pedir el voto de ella y de su numeroso grupo familiar. Entonces, le prometen de todo. Pero después, reniega ella, no vuelven. Cuando pasan los comicios, ninguno vuelve a la zona. Que, nuevamente, vuelve a convertirse en tierra de nadie.
Tierra adentro, no todo es municipios o comunas. De acuerdo con estadística existente en el Ministerio del Interior de la Provincia, en ocho de los 16 departamentos del interior hay territorios que no tienen jurisdicción. La extensión que ocupan supera los 900 kilómetros cuadrados (km2), según el relevamiento oficial al que tuvo acceso LA GACETA.
La magnitud se advierte mejor si se considera que, teniendo en cuenta la superficie que tienen asignada, en la extensión sin jurisdicción cabría la totalidad de los municipios de Juan Bautista Alberdi, San Isidro de Lules, Tafí Viejo, Bella Vista, Banda del Río Salí, Alderetes, Las Talitas, Concepción, La Cocha, Yerba Buena, Aguilares, Monteros, Tafí del Valle, Simoca y San Miguel de Tucumán. Y aún sobrarían 187 km2.
En parajes
Como explicó el ministro del Interior, Osvaldo Jaldo, estas extensiones son sitios que no están dentro del ejido de una municipalidad ni de una delegación rural. Y, por tanto, en la mayoría de los casos no reciben los servicios que prestan esas administraciones, lo que determina que quienes viven en esos lugares tampoco pagan tributos de ninguna índole. Son lo que, comúnmente, la gente llama parajes.
Según explica el arquitecto Raúl Torres Zuccardi (ver nota en página 11), especialista en planificación, esos sectores son verdaderos intersticios, espacios que quedaron marginados en las modificaciones del mapa político provincial. Esto fue producto de la creación de nuevas jurisdicciones, de la alteración de la superficie que estaba a cargo de las que ya existían o de la modificación de los límites de ciudades y de pueblos. Lo que estas "tierras de nadie" denuncian en forma silenciosa, además, es que sólo ha habido un criterio político para el diseño del territorio provincial.
Un verdadero ordenamiento, propone el profesional, pasaría, por ejemplo, por crear comunas que administren regiones de acuerdo con el microclima. Así fue expuesto detalladamente, pero de manera infructuosa a los fines prácticos, en un trabajo realizado por expertos universitarios a principios de la década del 90, con financiamiento del Estado español, denominado Directrices para el Ordenamiento Territorial (DOT).
Si bien esta situación no forma parte de las cuestiones más urgentes para los poderes políticos, lo cierto es que sí integra su agenda. El presidente de la comisión de Asuntos Municipales y Comunales de la Legislatura, Oscar Godoy, recuerda que durante la gestión anterior se modificaron los límites de dos municipalidades para ampliar la superficie que tienen a cargo y, así, absorber territorios que no tenían jurisdicción. Ahora propuso retomar la tarea inconclusa (ver nota en página 11).
Construcciones flamantes
Lo curioso del fenómeno consiste en que estas extensiones desatendidas (reciben servicios sólo por la buena voluntad de intendentes o comisionados, no porque estén bajo su dependencia), han comenzado a ser pobladas. Y no mediante asentamientos ilegales.
"El departamento Tafí del Valle constituye un caso crítico en este sentido. Se están desarrollando extensos emprendimientos inmobiliarios en un área que carece de jurisdicción. Concretamente, en el sector noreste del cerro El Pelao están construyéndose casas importantes, a pesar de la carencia de prestación de servicios urbanos", advierte la arquitecta Marta Casares, una de las especialistas que elaboró el informe DOT.
La profesional afirma que, en otros casos, donde los moradores de las tierras sin jurisdicción no viven en chalets sino en casas modestas o en humildes ranchos, se padece toda clase de agravantes de la situación social. "Las condiciones en las que vive la población de esas zonas desatendidas del interior muestra las mayores privaciones en materia de indicadores de necesidades básicas. Las que más sufren, además, son las mujeres", describe Casares.
Lo confirma Paulina Rodríguez de López. Vive con su familia en Potrero de las Tablas, emblemático territorio sin jurisdicción en el departamento Lules, donde todo le queda lejos. Esa lejanía, incluso, le costó la vida de dos de sus hijos. Eso sí, siente que su casa le queda próxima a los dirigentes políticos cuando se acercan las elecciones y van a buscarla para pedir el voto de ella y de su numeroso grupo familiar. Entonces, le prometen de todo. Pero después, reniega ella, no vuelven. Cuando pasan los comicios, ninguno vuelve a la zona. Que, nuevamente, vuelve a convertirse en tierra de nadie.
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