Con pudor, en diálogo con LA GACETA, con la voz disminuida por una enfermedad que le atacó las cuerdas vocales, el "Chivo" se disculpará por no asistir, porque - confiesa- el cuerpo no le da. Sí le da, en cambio, para seguir contando la vida vivida y disfrutada - aun la padecida, dirá -y para arrimar definiciones sobre el canto y sobre la voz que vale tener en cuenta, viniendo de quien viene.
Protagonista de un movimiento que revolucionó el cancionero y la música popular argentina, Rolando "Chivo" Valladares suma sus 89 años (el 10 de marzo cumplirá los 90) con un centenar de canciones. Se siente parte de esa generación post hermanos Abalos que, dice, "empezó a cantar cosas diferentes, porque la Segunda Guerra y la bomba atómica cambiaban el paisaje, el mundo y el entorno". "Las canciones que he ido acumulando -dice- son una caja de ahorros sentimental. Sin embargo, apenas cobro $300 por dos o tres, que son las que más han circulado, y una jubilación mínima, de $543. Cada vez cobro menos", confiesa el artista, que llegó a la música porque no le gustaba la escuela, de la que fue echado sin vueltas en primer grado.
-¿Extraña el canto?
-Claro. Ha sido mi vida. He estado casi mudo un año, hasta que me pusieron un parche en las cuerdas vocales.
-¿Cómo ve su carrera, a la distancia?
-He grabado estados emocionales que no se van a repetir, porque el escenario de la vida va cambiando a cada rato.
-¿Qué es lo que lo inspira?
-La vida sentimental, el amor a la tierra, a las plantas, a los animales. Pienso que hay que cantarle a lo que uno quiere, a cosas que para otros son invisibles. Es la manera de captar en una circunstancia determinada algo que no se repetirá. Y es como una travesura, com o algo íntimo: captar la sorpresa de, por ejemplo, esa corzuela que atraviesa el bosque.
-¿Sigue escribiendo?
-Podría hacerlo, pero para qué, si no puedo ni cantar y no sé escribir música. Porque cada palabra es como el brazo de un bailarín que se mueve, que tiene que tener una conexión física y espiritual con las cosas. Es muy difícil de transmitir.
-¿Disfruta la vida?
-El que se declara jubilado ya tiene olor a difunto. La vida misma siempre nos deja cosas, amargas o no. Porque cada momento de la vida es una enseñanza, y ese aprendizaje es vida.