08 Abril 2007
NANOTECNOLOGIA. Los semiconductores de dimensiones microscópicas se usan en innovaciones electrónicas. ARCHIVO LA GACETA
El comportamiento de los semiconductores cuando su tamaño es reducido a la escala nanométrica (una millonésima de un milímetro), es la materia que investiga el doctor en Física David Mario Comedi, quien se fue a Israel en 1979 por motivos ideológicos, no económicos -según aclaró-, apenas terminó el colegio secundario.
En Israel, donde permaneció 11 años, estudió física en el Technion (Instituto Tecnológico) y luego hizo el doctorado. Luego fue invitado por la Universidad McMaster, en Hamilton, Canadá, para realizar un trabajo de posdoctorado en nanoestructuras de semiconductores, con una beca por tres años.
“En 1993 mi esposa y yo quisimos regresar a Argentina, pero en esa época había muy pocos puestos de trabajo en ciencia y los científicos recibían salarios demasiado bajos. Así fue como decidí aceptar una oferta de trabajo en Brasil, que era lo más cerca de Argentina que encontramos -relató Comedi-. Ingresé como investigador y profesor en la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp, Sao Paulo). Allí trabajé en investigación y docencia durante 11 años”.
- ¿Qué diferencias hay con las opciones que ofrece Argentina?
- Tanto Israel como Canadá y Brasil han invertido pesadamente en ciencia, especialmente en la ciencia aplicada a la tecnología. Hay principalmente diversidad de mecanismos de financiación de la investigación, y diligencia en la evaluación de proyectos de investigación, así como en la liberación de fondos. También hay abundancia de equipamiento de alto nivel para los experimentos. Estos tres puntos son muy importantes para el desarrollo profesional de la investigación y están paulatinamente siendo conquistados en Argentina, en algunas áreas más que en otras, aunque en mi opinión no tan rápidamente como debería ser.
- ¿Por qué se decidió a volver?
- La decisión de volver está directamente relacionada con un fuerte sentimiento de pertenencia que se desarrolló durante los años que vivimos en el exterior. Las creencias ideológicas que me habían llevado a abandonar nuestro país se habían esfumado con el devenir de las experiencias de vida y quisimos volver. Estamos contentos de estar otra vez aquí. Hace ya un año y dos meses que estoy trabajando en la Universidad con buenos resultados y no consideramos la posibilidad de irnos de nuevo.
- ¿El país tiene que otorgar más importancia a la ciencia?
- Sí, pero inteligentemente. En el mundo de hoy la ciencia se ha convertido en una herramienta esencial en la mitigación de los problemas humanos y la conquista de la competitividad productiva. No nos podemos dar el lujo de quedarnos afuera de esta realidad, pues de esa forma estaríamos sometiéndonos tecnológicamente a otros países, lo que en las reglas del juego vigentes significaría también un sometimiento político y económico. Pero al mismo tiempo se debe invertir en la educación en todos los niveles (primario, secundario, técnico y universitario) porque no tiene sentido que una sociedad disponga de alto nivel científico si sus miembros no tienen acceso, primero, a una buena educación en la verdadera acepción de la palabra.
En Israel, donde permaneció 11 años, estudió física en el Technion (Instituto Tecnológico) y luego hizo el doctorado. Luego fue invitado por la Universidad McMaster, en Hamilton, Canadá, para realizar un trabajo de posdoctorado en nanoestructuras de semiconductores, con una beca por tres años.
“En 1993 mi esposa y yo quisimos regresar a Argentina, pero en esa época había muy pocos puestos de trabajo en ciencia y los científicos recibían salarios demasiado bajos. Así fue como decidí aceptar una oferta de trabajo en Brasil, que era lo más cerca de Argentina que encontramos -relató Comedi-. Ingresé como investigador y profesor en la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp, Sao Paulo). Allí trabajé en investigación y docencia durante 11 años”.
- ¿Qué diferencias hay con las opciones que ofrece Argentina?
- Tanto Israel como Canadá y Brasil han invertido pesadamente en ciencia, especialmente en la ciencia aplicada a la tecnología. Hay principalmente diversidad de mecanismos de financiación de la investigación, y diligencia en la evaluación de proyectos de investigación, así como en la liberación de fondos. También hay abundancia de equipamiento de alto nivel para los experimentos. Estos tres puntos son muy importantes para el desarrollo profesional de la investigación y están paulatinamente siendo conquistados en Argentina, en algunas áreas más que en otras, aunque en mi opinión no tan rápidamente como debería ser.
- ¿Por qué se decidió a volver?
- La decisión de volver está directamente relacionada con un fuerte sentimiento de pertenencia que se desarrolló durante los años que vivimos en el exterior. Las creencias ideológicas que me habían llevado a abandonar nuestro país se habían esfumado con el devenir de las experiencias de vida y quisimos volver. Estamos contentos de estar otra vez aquí. Hace ya un año y dos meses que estoy trabajando en la Universidad con buenos resultados y no consideramos la posibilidad de irnos de nuevo.
- ¿El país tiene que otorgar más importancia a la ciencia?
- Sí, pero inteligentemente. En el mundo de hoy la ciencia se ha convertido en una herramienta esencial en la mitigación de los problemas humanos y la conquista de la competitividad productiva. No nos podemos dar el lujo de quedarnos afuera de esta realidad, pues de esa forma estaríamos sometiéndonos tecnológicamente a otros países, lo que en las reglas del juego vigentes significaría también un sometimiento político y económico. Pero al mismo tiempo se debe invertir en la educación en todos los niveles (primario, secundario, técnico y universitario) porque no tiene sentido que una sociedad disponga de alto nivel científico si sus miembros no tienen acceso, primero, a una buena educación en la verdadera acepción de la palabra.
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