04 Julio 2004
Chupetes electrónicos que atrapan a los adolescentes
Antes, para buscar a un amigo había que tocar el timbre de su casa. Ahora, se manda un mensaje de texto por celular. O se chatea. O se envía un e-mail. O se pasa por el ciber. En los albores del siglo XXI, hay jóvenes que se la pasan online (conectados a internet). Los juegos en red, el chat y la telefonía móvil se convirtieron en una necesidad. Una nueva manera de vivir.
Producción periodística: Soledad Nucci y Ricardo Reinoso - Procesamiento de imagen: Daniel Fontanarrosa sobre ilustración de Juan Siquier
"Los juegos online son como ir a un bar a tomar una coca cola"
La madrugada del miércoles pasado Tucumán estaba tapada de niebla. No había ni un alma en las calles. En cambio, en un local del microcentro más de diez chicos corrían carreras de autos con el mouse. El ciber es la nueva plaga urbana. Y los juegos online (en internet) son los chupetes electrónicos de los adolescentes.
Matías Pérez Barot es parte de esa generación de jóvenes que creció con las imágenes del nintendo, de la música de la MTV, del sonido de la telefonía celular y de la pantalla plana de los televisores. Y lo sabe. "Cuando yo era ?pendejo?, jugaba todos los días a los videos. Pasaba tantas horas frente al televisor que me mandaron al psiquiatra. El tipo le dijo a mi mamá que era cosa de chicos y que me dejara tranquilo. Ahora la computadora se convirtió en mi adicción. Cuando me despierto, lo primero que hago es encenderla y conectarme. Cuando vuelvo de bailar, chequeo mi correo electrónico".
Encuentros virtuales
Sus amigos lo apodaron "Harry". Matías tiene 20 años, el pelo revuelto y los ojos bien grandes. Viste zapatillas, jeans y un buzo de algodón verde y amarillo. Este estudiante de informática de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA) divide sus horas entre el boliche, los partidos de fútbol, las salidas con su novia y la web.
Y no le parece mal. "Juntarme con mis amigos a jugar en red es como ir a tomar una coca. En vez de encontrarnos en un bar, lo hacemos en el ciber. Y en lugar de la bebida, tenemos un teclado y un monitor. Es, también, un momento de distracción".
Seductora red
Las sensaciones los unieron. A Matías y a Tomás Maldonado la vida los puso en sitios muy lejanos. El primero es un adolescente tucumano. El segundo, un intelectual nacido en Buenos Aires. Sin embargo, piensan muy parecido. Matías asegura que las impresiones que encuentra en el mundo virtual "son pura satisfacción". Y, aunque no lo sabe, Maldonado escribió todo un libro sobre esa complacencia.
En su obra "Crítica de la razón informática", el analista considera que quien está navegando por la red se olvida un poco de su cuerpo. Se percibe casi desmaterializado.
Según Maldonado, es como si la pantalla colonizara al cibernauta y lo volviera virtual, como a un protagonista de Matrix.
Se modifica tanto la percepción que cada uno tiene de sí mismo, que se produce una vivencia de levedad, de flotación. "Es muy atractivo. Internet seduce por las sensaciones que depara transitarla", escribió Maldonado.
Qué pasa con los años
Tiempo atrás, el extinto Luca Prodan cantó: "el tiempo pasa, nos vamos poniendo tecnos..."
Hace más años todavía, Jorge Luis Borges escribió: "el tiempo es la sustancia de lo que estoy hecho". Así las cosas, la nueva generación de adolescentes es electrónica. El tiempo de los chicos está plagado de celulares y computadoras.
La abuela que jamás tuvo 99 canales
No tuvo juegos en red. Jamás perdió al playstation. No sabe resetear una computadora. Tampoco hizo zapping con 99 canales de televisión. No escuchó el sonido surround. Catalina Artiga sólo salía a jugar. La única condición era volver antes del anochecer. Como no existían los celulares, nadie podía ubicarla.
El colegio duraba hasta el mediodía y volvía a almorzar a su casa. Comía guisos y pan. Pero nunca tuvo exceso de peso ni trastornos alimenticios. A nadie se le ocurrió mandarla al psicólogo o al psicopedagogo. "Antes no existían esas cosas. Si un chico quedaba de curso, no sufría ningún trauma", recuerda Catalina.
Para buscar a sus amigas, no mandaba mensajes de texto. Sólo salía, caminaba y tocaba el timbre. No tenía miedo de que en la calle la asaltaran. Le gustaba ir al cine a ver las películas de Libertad Lamarque. Se vestía con trajecitos o vestidos. "Pero nada de andar mostrando las ?chuncas?. Eso sí, una vez a la semana, me hacía los rulos después de lavarme la cabeza". Con sus 82 años a cuesta, la memoria de Catalina aún parece incólume.
Jugaba a la piola y a la rayuela en la vereda de su casa. Tuvo amigos de carne y hueso. Conversaba en el mundo de afuera, en el mundo real. Catalina se divertía en las reuniones que se realizaban, todas las tardes, en las sociedades italiana, española o libanesa de esta ciudad. El té empezaba a las 17.
Pocas veces estaba apurada. Siempre tuvo tiempo para sentarse a la mesa juntos a sus padres. Nunca se desesperó por comprar ropa, teléfonos o cámaras digitales. A Catalina se le enciende la voz. "Me acuerdo de tantas cosas lindas. Mi juventud fue feliz junto a mi familia. La gente andaba tranquila. El ritmo de vida era distinto. Todos tenían paz y calma. No se ofertaban cientos de inventos ni la gente andaba desesperada por tener más y más cosas", confiesa.
TENISTAS ON LINE
Para jugar, visten ropa deportiva
Martín Ferullo tiene 24 años y ya es propietario de un ciber. El joven cuenta con cerca de 20 máquinas y, en muchas de ellas, instaló juegos en red.
El Counter-strike, el Age of Mythology, el Unreal 2Atari y la FIFA son algunos de los divertimentos online más pedidos por los competidores tucumanos.
Los jugadores se inician a los 14 años, aunque pululan los usuarios que alcanzan las cuatro décadas. También están habilitados los entretenimientos en red para los más chiquitos.
Nuestro diario encontró a una nena de 4 años. Aunque la pequeña Micaela aún no sabe escribir, no le costó tipear www.barbie.com.ar, hacer doble click y empezar a colorear con el mouse a la muñeca flaca."No hay dudas de que los juegos en red son adictivos. Como no tienen un final, los jugadores siempre quieren continuar. Además, en 15 minutos no se puede jugar a nada. Las competencias exigen mucho tiempo. Y también concentración. El chat es menos adictivo porque ni siquiera requiere estar pendiente de cada movimiento", relató Ferullo.
Según el joven propietario del local cibernético, los adolescentes pasan, a veces, toda una noche enchufados a los juegos en red. Y no se equivoca. LA GACETA estuvo cerca de dos horas allí. Durante todo ese tiempo, algunos de los cibernautas sólo separaron la nariz del monitor para aspirar el humo de los cigarrillos. "Lo más insólito es que hay usuarios que, para jugar al tenis en internet, vienen al negocio vestidos con zapatillas, gorra y ropas deportivas. Para correr carreras virtuales, traen su propio mouse y pad bajo el brazo", finalizó Ferullo.
La madrugada del miércoles pasado Tucumán estaba tapada de niebla. No había ni un alma en las calles. En cambio, en un local del microcentro más de diez chicos corrían carreras de autos con el mouse. El ciber es la nueva plaga urbana. Y los juegos online (en internet) son los chupetes electrónicos de los adolescentes.
Matías Pérez Barot es parte de esa generación de jóvenes que creció con las imágenes del nintendo, de la música de la MTV, del sonido de la telefonía celular y de la pantalla plana de los televisores. Y lo sabe. "Cuando yo era ?pendejo?, jugaba todos los días a los videos. Pasaba tantas horas frente al televisor que me mandaron al psiquiatra. El tipo le dijo a mi mamá que era cosa de chicos y que me dejara tranquilo. Ahora la computadora se convirtió en mi adicción. Cuando me despierto, lo primero que hago es encenderla y conectarme. Cuando vuelvo de bailar, chequeo mi correo electrónico".
Encuentros virtuales
Sus amigos lo apodaron "Harry". Matías tiene 20 años, el pelo revuelto y los ojos bien grandes. Viste zapatillas, jeans y un buzo de algodón verde y amarillo. Este estudiante de informática de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA) divide sus horas entre el boliche, los partidos de fútbol, las salidas con su novia y la web.
Y no le parece mal. "Juntarme con mis amigos a jugar en red es como ir a tomar una coca. En vez de encontrarnos en un bar, lo hacemos en el ciber. Y en lugar de la bebida, tenemos un teclado y un monitor. Es, también, un momento de distracción".
Seductora red
Las sensaciones los unieron. A Matías y a Tomás Maldonado la vida los puso en sitios muy lejanos. El primero es un adolescente tucumano. El segundo, un intelectual nacido en Buenos Aires. Sin embargo, piensan muy parecido. Matías asegura que las impresiones que encuentra en el mundo virtual "son pura satisfacción". Y, aunque no lo sabe, Maldonado escribió todo un libro sobre esa complacencia.
En su obra "Crítica de la razón informática", el analista considera que quien está navegando por la red se olvida un poco de su cuerpo. Se percibe casi desmaterializado.
Según Maldonado, es como si la pantalla colonizara al cibernauta y lo volviera virtual, como a un protagonista de Matrix.
Se modifica tanto la percepción que cada uno tiene de sí mismo, que se produce una vivencia de levedad, de flotación. "Es muy atractivo. Internet seduce por las sensaciones que depara transitarla", escribió Maldonado.
Qué pasa con los años
Tiempo atrás, el extinto Luca Prodan cantó: "el tiempo pasa, nos vamos poniendo tecnos..."
Hace más años todavía, Jorge Luis Borges escribió: "el tiempo es la sustancia de lo que estoy hecho". Así las cosas, la nueva generación de adolescentes es electrónica. El tiempo de los chicos está plagado de celulares y computadoras.
No tuvo juegos en red. Jamás perdió al playstation. No sabe resetear una computadora. Tampoco hizo zapping con 99 canales de televisión. No escuchó el sonido surround. Catalina Artiga sólo salía a jugar. La única condición era volver antes del anochecer. Como no existían los celulares, nadie podía ubicarla.
El colegio duraba hasta el mediodía y volvía a almorzar a su casa. Comía guisos y pan. Pero nunca tuvo exceso de peso ni trastornos alimenticios. A nadie se le ocurrió mandarla al psicólogo o al psicopedagogo. "Antes no existían esas cosas. Si un chico quedaba de curso, no sufría ningún trauma", recuerda Catalina.
Para buscar a sus amigas, no mandaba mensajes de texto. Sólo salía, caminaba y tocaba el timbre. No tenía miedo de que en la calle la asaltaran. Le gustaba ir al cine a ver las películas de Libertad Lamarque. Se vestía con trajecitos o vestidos. "Pero nada de andar mostrando las ?chuncas?. Eso sí, una vez a la semana, me hacía los rulos después de lavarme la cabeza". Con sus 82 años a cuesta, la memoria de Catalina aún parece incólume.
Jugaba a la piola y a la rayuela en la vereda de su casa. Tuvo amigos de carne y hueso. Conversaba en el mundo de afuera, en el mundo real. Catalina se divertía en las reuniones que se realizaban, todas las tardes, en las sociedades italiana, española o libanesa de esta ciudad. El té empezaba a las 17.
Pocas veces estaba apurada. Siempre tuvo tiempo para sentarse a la mesa juntos a sus padres. Nunca se desesperó por comprar ropa, teléfonos o cámaras digitales. A Catalina se le enciende la voz. "Me acuerdo de tantas cosas lindas. Mi juventud fue feliz junto a mi familia. La gente andaba tranquila. El ritmo de vida era distinto. Todos tenían paz y calma. No se ofertaban cientos de inventos ni la gente andaba desesperada por tener más y más cosas", confiesa.
TENISTAS ON LINE
Para jugar, visten ropa deportiva
Martín Ferullo tiene 24 años y ya es propietario de un ciber. El joven cuenta con cerca de 20 máquinas y, en muchas de ellas, instaló juegos en red.
El Counter-strike, el Age of Mythology, el Unreal 2Atari y la FIFA son algunos de los divertimentos online más pedidos por los competidores tucumanos.
Los jugadores se inician a los 14 años, aunque pululan los usuarios que alcanzan las cuatro décadas. También están habilitados los entretenimientos en red para los más chiquitos.
Nuestro diario encontró a una nena de 4 años. Aunque la pequeña Micaela aún no sabe escribir, no le costó tipear www.barbie.com.ar, hacer doble click y empezar a colorear con el mouse a la muñeca flaca."No hay dudas de que los juegos en red son adictivos. Como no tienen un final, los jugadores siempre quieren continuar. Además, en 15 minutos no se puede jugar a nada. Las competencias exigen mucho tiempo. Y también concentración. El chat es menos adictivo porque ni siquiera requiere estar pendiente de cada movimiento", relató Ferullo.
Según el joven propietario del local cibernético, los adolescentes pasan, a veces, toda una noche enchufados a los juegos en red. Y no se equivoca. LA GACETA estuvo cerca de dos horas allí. Durante todo ese tiempo, algunos de los cibernautas sólo separaron la nariz del monitor para aspirar el humo de los cigarrillos. "Lo más insólito es que hay usuarios que, para jugar al tenis en internet, vienen al negocio vestidos con zapatillas, gorra y ropas deportivas. Para correr carreras virtuales, traen su propio mouse y pad bajo el brazo", finalizó Ferullo.
Lo más popular