13 Julio 2006
El último diálogo del avión de Austral que cayó en el Río de la Plata
A 25 años de la tragedia, LA GACETA On Line difunde la conversación entre la torre de control y el piloto del vuelo 901, que se desintegró al precipitarse a las aguas. No hubo sobrevivientes en la nave que transportaba tucumanos. El accidente, de un zarpazo, arrebató 30 vidas irreemplazables. Nuestro sitio reconstruye lo ocurrido aquella fatídica mañana.
En la imagen se observa la aeronave que se estrelló, antes de que fuera comprada por Austral, cuando todavía pertenecía a la empresa Phoenix.
Por Soledad Nucci, Redacción de LA GACETA On Line
Desnudos y amarrados a sus asientos. Así quedaron. Los cuerpos de los ocupantes del avión de Austral que el jueves 7 de mayo de 1981 cayó al Río de la Plata con 30 personas a bordo estaban esparcidos en el fondo del fangoso lecho. Los encontraron de a poco. Uno a uno. Debido a la súbita descompresión de la cabina presurizada, la nave se desintegró al estrellarse contra la masa de agua. Y, aunque las víctimas siguieron ajustadas a las butacas por los cinturones de seguridad, sus efectos personales y ropas fueron expulsados a la superficie.
Mariela se durmió para siempre; su muñeca sobrevivió. El juguete emergió primero que todo. Lo hallaron tres horas después, flotando en el río, con signos reveladores de haber sufrido los efectos de una explosión. Mariela tenía 1 año y fue la víctima más joven de la tragedia. Allí también murieron sus hermanitos Mabel (5), Valeria (4), Juan (3) y sus papás Elba y Fernando Amaya.
El contramaestre Pedro Carrizo (foto), quien halló la muñeca, fue uno de los primeros en llegar al lugar. El guardia de la Prefectura Naval Argentina encontró, además, butacas y salvavidas meciéndose sobre las olas de un caudal agitado por la tempestad.
El río también devolvió una corbata color verde oscuro y marca "Pierre Cardin". Abandonada por su dueño, flotaba en las aguas viscosas. Fue hallada con el nudo y el lazo intactos, confirmando las presunciones de que el vuelo 901 se desintegró. Quizás su propietario halla sido Néstor Figueroa, el chico de 19 años que iba a convertirse en ingeniero.
Ninguno de los viajeros se salvó. Tras ser sorprendida por un violento temporal, la nave se hundió. Fue vencida por una infernal tormenta.
AU 901: aeroparque, buenos días, nueve cero uno.
TWR: buenos días, nueve cero uno, prosiga.
AU 901: dos minutos de Fernan, cuatro cero.
TWR: recibido, atento un instante.
Crónica de un desastre
El sol salía de a ratos en Tucumán. Un paisaje inerte de llanos desolados y árboles lánguidos se extendía desde el centro de la ciudad hasta el aeropuerto local. Esa fue la última imagen y la última vez que el señor Fernando Cuello vio su tierra. Era casado, 30 años, padre de dos niños.
- Su atención por favor, Austral líneas Aéreas anuncia el preembarque del vuelo 901 con destino a Buenos Aires.
El reloj marcaba 9.10 cuando el BAC III decolaba desde el aeropuerto Benjamín Matienzo. La máquina debía aterrizar en el aeroparque metropolitano a las 10.50.
El comandante de la aeronave, un ex aviador de la Armada identificado como Guillermo Testorelli, ya había saludado a los pasajeros y charlaba con el copiloto, Alberto Vázquez Miguens. El primero estaba sentado a la derecha de la cabina; el segundo, a la izquierda.
Ambos se encargaron de que la nave atravesara la densa capa de nubes. Cuando alcanzaron los 31.000 pies, todo se iluminó adentro del armatoste de fibra de vidrio, plástico y acero. A esa altura (donde la inmensidad abruma) el vuelo se cumplió sin inconvenientes, hasta las cercanías de Buenos Aires. Allí, la muerte apareció en forma de tormenta.
TWR: pista libre, autorizado a aterrizar nueve cero uno. El viento está cruzado a pista, eh... está cruzado de los treinta grados, doce nudos, pista mojada, visibilidad reducida. En caso de escape al rumbo cero nueve cero.
AU 901: recibido... haciendo escape, no veo nada, me voy a rumbo cero nueve cero. O.K.
TWR: está bien, hacia el río, correcto.
AU 901: No, no veo nada... flap...
Al efectuar la aproximación, la nave fue sorprendida por un temporal. La lluvia caía tan fuerte que hasta parece que se le escuchaban los pasos sobre el techo del avión. Testorelli intentó aterrizar en dos oportunidades en el aeroparque metropolitano, según las versiones. Pero debió desistir de ese propósito al no visualizar la pista, enceguecido por la cortina de agua.
Entonces, el controlador de la torre de vuelo le indicó que procurara dirigirse hasta la vecina localidad de Quilmes, al sur de Capital Federal, para tratar de descender en el aeropuerto alternativo que la Fuerza Aérea posee allí.
"Parece la fatalidad se ensañó con esa nave", opinó días después una calificada fuente informática. Es que, aunque el aeroparque se hallaba abierto al tráfico aéreo, el jet de Austral habría protagonizado dos intentos fallidos de aterrizaje.
La estación aérea operaba alternativamente por condiciones de vuelo tanto visuales como instrumental. De hecho, instantes después aterrizó, sin dificultad, un segundo avión de Aerolíneas Argentinas.
TWR: lo tengo a la vista, usted está alineado en la pista Austral, está debajo la pista suya... estaría para el escape por derecha vía Quilmes tres cero autorizado.
AU 901: si, gracias pero no veo nada adelante... OK. Me voy para Quilmes.
TWR: manténgase con espera en Quilmes y le confirmo en cuanto pueda aproximar, tengo su aeronave a la vista en viraje a través de to... esteee... pregunto si está en condiciones de mantener autonomía, por autonomía.
AU 901: sí, afirmativo. Espero en Quilmes, yo creo que esto va a pasar en cosa de 10 o 15 minutos; está pasando, para el sur está todo OK.
Pero no pasó.
Abajo estaba Quilmes. La lluvia se había adueñado de la ciudad. Torrencial, furiosa, se ensañaba con los bonaerenses. El viento volaba todo lo que podía y la gente se esfumaba de las calles y se refugiaba, a media mañana, en las casas.
Arriba estaba el vuelo 901. La profesora se sentía feliz. Con su tapado de piel de camello en las manos, no cesaba de bromear. Se llamaba Nilda Abella, era ciega, tenía 29 años y viajaba junto a Juana, su mamá. Iban a ver a un oculista porque había probabilidades de que recuperara la visión.
Pero Nilda dejó de bromear. Cuando la azafata comenzó a ajustar los cinturones de seguridad de los pasajeros, se murieron las sonrisas. Los chicos Amaya se quedaron quietos junto a sus padres. Los ejecutivos aguardaban el descenso y un oficiante sefaradí, el ex diputado Santiago Blanca, repasaba citas sagradas.
- AU 901: aeroparque, nueve cero uno sobre Quilmes ya no me puedo mantener, hay cumulo nimbus justo acá, me voy sobre el río.
- TWR: ¿para el río?... ¿Qué se desplaza hacia el río? Conforme, siempre con novecientos.
- AU 901: si me autoriza seiscientos, mejor.
- TWR: seiscientos metros hacia el río, estimo que lateral Aeroparque no va a tener problema... está claro sobre lateral rumbo nueve cero, aproximadamente de la torre.
- AU 901: ok, gracias, voy para ahí entonces.
Tampoco pudo llegar. Allí las condiciones eran todavía peores. En el trayecto, el avión sufrió los efectos de graves turbulencias, entre ellos los temidos cúmulos nimbus, que son formaciones de corrientes de aire contrapuestas capaces de quebrar la estructura de un avión en pleno vuelo.
Viró hacia el Río de la Plata. No se sabe si con la intención de encontrar la cabecera de la pista o con la de cruzar hacia Montevideo. Tampoco se sabe si fue un rayo. O la fuerza del aire contrapuestas. Jamás se sabrá. Testorelli sintió que su avión era absorvido hacia arriba por una fuerza brutal. Luego se precipitó al río, mientras sus piezas se destruían hacia el infinito.
AU 901: nueve cero uno
TWR: sistema VASIS está encendido, nueve cero uno para su aproximación visual. (hay 4 segundos de silencio).
AU: nueve cero uno
TWR: nueve cero uno, ¿su altitud actual? (Ya no contesta más).
El minuto fatal
Hoy, 25 años después del drámatico accidente, los interrogantes siguen abiertos. Muchas han sido las hipótesis echadas a rodar sobre las posibles causas determinantes de la tragedia. Si bien las condiciones climáticas aparecen como factor predominante, quedan por develar otras cuestiones. La más importante de ellas es saber, justamente, por qué el avión volaba en el mismo ojo de la tormenta.
No se comprende, aún hoy, por qué el avión fue a volar justo a la célula o centro del cúmulo nimbus, donde es más peligrosa la aeronavegación.
Tampoco se sabe qué sucedió en el aeroparque metropolitano, ya que días después del accidente, la empresa desmintió categóricamente que la nave haya intentando, en dos oportunidades, aterrizar. Sin embargo, el diálogo entre el piloto y la torre de control (que reproducimos en esta nota) revela que hubo aproximaciones a la estación aérea.
Respecto de la caída del aparato, todo indica que se precipitó ya sin control sobre el río, estrellándose con violencia. De ahí, los pequeños fragmentos hallados que aparecieron a centenares de kilómetros del lugar mismo del impacto, donde se hundió el fuselaje. Y arrastró, atados en su interior, los cuerpos de las víctimas.
LA GACETA On Line agradece la colaboración del lector José Ignacio Longo.
Desnudos y amarrados a sus asientos. Así quedaron. Los cuerpos de los ocupantes del avión de Austral que el jueves 7 de mayo de 1981 cayó al Río de la Plata con 30 personas a bordo estaban esparcidos en el fondo del fangoso lecho. Los encontraron de a poco. Uno a uno. Debido a la súbita descompresión de la cabina presurizada, la nave se desintegró al estrellarse contra la masa de agua. Y, aunque las víctimas siguieron ajustadas a las butacas por los cinturones de seguridad, sus efectos personales y ropas fueron expulsados a la superficie.
Mariela se durmió para siempre; su muñeca sobrevivió. El juguete emergió primero que todo. Lo hallaron tres horas después, flotando en el río, con signos reveladores de haber sufrido los efectos de una explosión. Mariela tenía 1 año y fue la víctima más joven de la tragedia. Allí también murieron sus hermanitos Mabel (5), Valeria (4), Juan (3) y sus papás Elba y Fernando Amaya.
El contramaestre Pedro Carrizo (foto), quien halló la muñeca, fue uno de los primeros en llegar al lugar. El guardia de la Prefectura Naval Argentina encontró, además, butacas y salvavidas meciéndose sobre las olas de un caudal agitado por la tempestad.
El río también devolvió una corbata color verde oscuro y marca "Pierre Cardin". Abandonada por su dueño, flotaba en las aguas viscosas. Fue hallada con el nudo y el lazo intactos, confirmando las presunciones de que el vuelo 901 se desintegró. Quizás su propietario halla sido Néstor Figueroa, el chico de 19 años que iba a convertirse en ingeniero.
Ninguno de los viajeros se salvó. Tras ser sorprendida por un violento temporal, la nave se hundió. Fue vencida por una infernal tormenta.
AU 901: aeroparque, buenos días, nueve cero uno.
TWR: buenos días, nueve cero uno, prosiga.
AU 901: dos minutos de Fernan, cuatro cero.
TWR: recibido, atento un instante.
Crónica de un desastre
El sol salía de a ratos en Tucumán. Un paisaje inerte de llanos desolados y árboles lánguidos se extendía desde el centro de la ciudad hasta el aeropuerto local. Esa fue la última imagen y la última vez que el señor Fernando Cuello vio su tierra. Era casado, 30 años, padre de dos niños.
- Su atención por favor, Austral líneas Aéreas anuncia el preembarque del vuelo 901 con destino a Buenos Aires.
El reloj marcaba 9.10 cuando el BAC III decolaba desde el aeropuerto Benjamín Matienzo. La máquina debía aterrizar en el aeroparque metropolitano a las 10.50.
El comandante de la aeronave, un ex aviador de la Armada identificado como Guillermo Testorelli, ya había saludado a los pasajeros y charlaba con el copiloto, Alberto Vázquez Miguens. El primero estaba sentado a la derecha de la cabina; el segundo, a la izquierda.
Ambos se encargaron de que la nave atravesara la densa capa de nubes. Cuando alcanzaron los 31.000 pies, todo se iluminó adentro del armatoste de fibra de vidrio, plástico y acero. A esa altura (donde la inmensidad abruma) el vuelo se cumplió sin inconvenientes, hasta las cercanías de Buenos Aires. Allí, la muerte apareció en forma de tormenta.
TWR: pista libre, autorizado a aterrizar nueve cero uno. El viento está cruzado a pista, eh... está cruzado de los treinta grados, doce nudos, pista mojada, visibilidad reducida. En caso de escape al rumbo cero nueve cero.
AU 901: recibido... haciendo escape, no veo nada, me voy a rumbo cero nueve cero. O.K.
TWR: está bien, hacia el río, correcto.
AU 901: No, no veo nada... flap...
Al efectuar la aproximación, la nave fue sorprendida por un temporal. La lluvia caía tan fuerte que hasta parece que se le escuchaban los pasos sobre el techo del avión. Testorelli intentó aterrizar en dos oportunidades en el aeroparque metropolitano, según las versiones. Pero debió desistir de ese propósito al no visualizar la pista, enceguecido por la cortina de agua.
Entonces, el controlador de la torre de vuelo le indicó que procurara dirigirse hasta la vecina localidad de Quilmes, al sur de Capital Federal, para tratar de descender en el aeropuerto alternativo que la Fuerza Aérea posee allí.
"Parece la fatalidad se ensañó con esa nave", opinó días después una calificada fuente informática. Es que, aunque el aeroparque se hallaba abierto al tráfico aéreo, el jet de Austral habría protagonizado dos intentos fallidos de aterrizaje.
La estación aérea operaba alternativamente por condiciones de vuelo tanto visuales como instrumental. De hecho, instantes después aterrizó, sin dificultad, un segundo avión de Aerolíneas Argentinas.
TWR: lo tengo a la vista, usted está alineado en la pista Austral, está debajo la pista suya... estaría para el escape por derecha vía Quilmes tres cero autorizado.
AU 901: si, gracias pero no veo nada adelante... OK. Me voy para Quilmes.
TWR: manténgase con espera en Quilmes y le confirmo en cuanto pueda aproximar, tengo su aeronave a la vista en viraje a través de to... esteee... pregunto si está en condiciones de mantener autonomía, por autonomía.
AU 901: sí, afirmativo. Espero en Quilmes, yo creo que esto va a pasar en cosa de 10 o 15 minutos; está pasando, para el sur está todo OK.
Pero no pasó.
Abajo estaba Quilmes. La lluvia se había adueñado de la ciudad. Torrencial, furiosa, se ensañaba con los bonaerenses. El viento volaba todo lo que podía y la gente se esfumaba de las calles y se refugiaba, a media mañana, en las casas.
Arriba estaba el vuelo 901. La profesora se sentía feliz. Con su tapado de piel de camello en las manos, no cesaba de bromear. Se llamaba Nilda Abella, era ciega, tenía 29 años y viajaba junto a Juana, su mamá. Iban a ver a un oculista porque había probabilidades de que recuperara la visión.
Pero Nilda dejó de bromear. Cuando la azafata comenzó a ajustar los cinturones de seguridad de los pasajeros, se murieron las sonrisas. Los chicos Amaya se quedaron quietos junto a sus padres. Los ejecutivos aguardaban el descenso y un oficiante sefaradí, el ex diputado Santiago Blanca, repasaba citas sagradas.
- AU 901: aeroparque, nueve cero uno sobre Quilmes ya no me puedo mantener, hay cumulo nimbus justo acá, me voy sobre el río.
- TWR: ¿para el río?... ¿Qué se desplaza hacia el río? Conforme, siempre con novecientos.
- AU 901: si me autoriza seiscientos, mejor.
- TWR: seiscientos metros hacia el río, estimo que lateral Aeroparque no va a tener problema... está claro sobre lateral rumbo nueve cero, aproximadamente de la torre.
- AU 901: ok, gracias, voy para ahí entonces.
Tampoco pudo llegar. Allí las condiciones eran todavía peores. En el trayecto, el avión sufrió los efectos de graves turbulencias, entre ellos los temidos cúmulos nimbus, que son formaciones de corrientes de aire contrapuestas capaces de quebrar la estructura de un avión en pleno vuelo.
Viró hacia el Río de la Plata. No se sabe si con la intención de encontrar la cabecera de la pista o con la de cruzar hacia Montevideo. Tampoco se sabe si fue un rayo. O la fuerza del aire contrapuestas. Jamás se sabrá. Testorelli sintió que su avión era absorvido hacia arriba por una fuerza brutal. Luego se precipitó al río, mientras sus piezas se destruían hacia el infinito.
AU 901: nueve cero uno
TWR: sistema VASIS está encendido, nueve cero uno para su aproximación visual. (hay 4 segundos de silencio).
AU: nueve cero uno
TWR: nueve cero uno, ¿su altitud actual? (Ya no contesta más).
El minuto fatal
Hoy, 25 años después del drámatico accidente, los interrogantes siguen abiertos. Muchas han sido las hipótesis echadas a rodar sobre las posibles causas determinantes de la tragedia. Si bien las condiciones climáticas aparecen como factor predominante, quedan por develar otras cuestiones. La más importante de ellas es saber, justamente, por qué el avión volaba en el mismo ojo de la tormenta.
No se comprende, aún hoy, por qué el avión fue a volar justo a la célula o centro del cúmulo nimbus, donde es más peligrosa la aeronavegación.
Tampoco se sabe qué sucedió en el aeroparque metropolitano, ya que días después del accidente, la empresa desmintió categóricamente que la nave haya intentando, en dos oportunidades, aterrizar. Sin embargo, el diálogo entre el piloto y la torre de control (que reproducimos en esta nota) revela que hubo aproximaciones a la estación aérea.
Respecto de la caída del aparato, todo indica que se precipitó ya sin control sobre el río, estrellándose con violencia. De ahí, los pequeños fragmentos hallados que aparecieron a centenares de kilómetros del lugar mismo del impacto, donde se hundió el fuselaje. Y arrastró, atados en su interior, los cuerpos de las víctimas.
LA GACETA On Line agradece la colaboración del lector José Ignacio Longo.
NOTICIAS RELACIONADAS