26 Abril 2006
VIGILANCIA. En el puesto caminero en Raco expusieron el identikit. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
La modesta comuna de Tapia sigue viviendo al ritmo lento propio del interior provincial. El caso de la muerte de Paulina Lebbos es motivo de conversación nada más que a partir de lo que dicen los medios de comunicación. Al menos, así lo asegura Rosalía Varela, la madre de los hermanos Marcelo y Sergio Goitea, que encontraron el cuerpo al costado de la ruta hacia Tapia.
“Este es un pueblo chico; acá se sabe todo. Nunca pudo haber ocurrido un crimen así sin que nos hubiésemos enterado. Además, aquí es toda gente buena, trabajadora”, sostuvo Rosalía.
En Raco, la gente del lugar se mostró más reacia a hablar con LA GACETA sobre el tema y, mucho más, a dar sus datos. En una confitería del lugar, dos mujeres y un hombre hablaban de su trabajo cuando se acercó LA GACETA. “Acá las cosas no han cambiado; solamente tenemos problemas con las líneas telefónicas desde hace un tiempo; curiosamente, de modo coincidente con la aparición del cuerpo de Paulina”, dijo una de las mujeres. La otra mujer, de pelo negro, reiteró los conceptos de Varela. “Acá nos conocemos todos; sabemos muy bien quién es cada uno. Nadie del pueblo está vinculado a ese asesinato”, dijo con firmeza. “Lo que pasa es que Raco es una villa veraniega tranquila, y por eso tiraron el cuerpo aquí, para perjudicarnos”, agregó el hombre. Al preguntarles sus datos, él fue categórico: “compréndanos; este es un tema muy delicado, no vaya a ser que por aparecer diciendo algo en el diario, terminemos presos”, se excusó.
“Este es un pueblo chico; acá se sabe todo. Nunca pudo haber ocurrido un crimen así sin que nos hubiésemos enterado. Además, aquí es toda gente buena, trabajadora”, sostuvo Rosalía.
En Raco, la gente del lugar se mostró más reacia a hablar con LA GACETA sobre el tema y, mucho más, a dar sus datos. En una confitería del lugar, dos mujeres y un hombre hablaban de su trabajo cuando se acercó LA GACETA. “Acá las cosas no han cambiado; solamente tenemos problemas con las líneas telefónicas desde hace un tiempo; curiosamente, de modo coincidente con la aparición del cuerpo de Paulina”, dijo una de las mujeres. La otra mujer, de pelo negro, reiteró los conceptos de Varela. “Acá nos conocemos todos; sabemos muy bien quién es cada uno. Nadie del pueblo está vinculado a ese asesinato”, dijo con firmeza. “Lo que pasa es que Raco es una villa veraniega tranquila, y por eso tiraron el cuerpo aquí, para perjudicarnos”, agregó el hombre. Al preguntarles sus datos, él fue categórico: “compréndanos; este es un tema muy delicado, no vaya a ser que por aparecer diciendo algo en el diario, terminemos presos”, se excusó.
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