Las dimensiones psicodélicas de Doctor Strange
Primera parte del informe
Viajes alucinógenos a otras dimensiones
Es una lástima que Alejandro Jodorowsky no haya leído los cómics de Doctor
Strange en los sesenta. Este artista estaba obsesionado con lograr que su
adaptación faraónica de Dune genere en los espectadores el mismo efecto que
consumir LSD. Lamentablemente su ambición y un gasto desmedido en preproducción
hicieron que el proyecto se derrumbe y quede como un mito de lo que hubiera
podido ser. En los primeros cómics del experto en las artes místicas, Steve
Ditko logró un surrealismo notable que se asemejaba un poco a las pinturas de
Salvador Dalí y a su vez, tomaba elementos de la cultura Beat. No estaban
pensadas como una experiencia alucinógena, sino como dimensiones paralelas u
otros planos de realidad en los que Strange se enfrentaba a esas amenazas
místicas que atentaban contra nuestra realidad. Por otro lado, los guiones de
Stan Lee se inspiraban mucho en el misticismo oriental que le terminó de
inferir esa personalidad única. Es interesante leer cualquier cómic de Marvel
de esa época y luego compararlo con Doctor Strange. Es diferente y hasta podría
funcionar en otro universo ficcional, sin embargo, Lee supo cómo hacerlo
interactuar con el resto de sus creaciones y así llevar el plano místico a
otros títulos.
En realidad, el punto verdaderamente interesante de este cómic estuvo en el
apartado gráfico. Los guiones eran buenos, teníamos a un Stan Lee inspirado,
pero Steve Ditko hizo lo que muchos consideran es lo mejor de su carrera en
estas viñetas. No olvidemos que él fue también el encargado de los primeros
números de Spiderman y se encargó de crear a gran parte de los villanos del
trepamuros. Su trabajo allí fue notable, pero vamos a lo que es Doctor Strange.
Allí jugó con perspectivas y encuadres muy arriesgados, en el que pululaban las
figuras y formas de los cuadros de Salvador Dalí. La superposición de estas
figuras era dinámica, y le daba una suerte de tridimensionalidad a cada viñeta,
aunque también, al ser tan surrealistas, se acercaban a la psicodelia. Es más,
en una entrevista que le realizaron al editor de Marvel en los setenta, Roy
Tomas, expresó que se le acercaron a preguntarle si los artistas de Doctor
Strange se drogaban, porque muchas viñetas les hacían recordar visiones que habían
tenido tras consumir hongos alucinógenos. Sin dudas, transpolar estas imágenes
a la pantalla grande iba a ser complicado. Bastante, por lo que en la película
de 1978 directamente lo obviaron. En el nuevo film, solamente vimos dos
dimensiones paralelas, pero bastaron, sobre todo la oscura, para reflejar
aquellas viñetas gloriosas de Steve Ditko. El encargado de efectos especiales, Stephane
Ceretti” comentó en una entrevista que publicaron en La Hora, “Fue la gran
cantidad de efectos y las distintas cosas que tuvimos que crear, porque
estábamos inventando un mundo nuevo. Es una nueva rama del Universo Marvel, no
hay nada hecho en ese aspecto. Trabajamos muy en conjunto con Scott Derrickson,
el director, y toda la gente involucrada, para ver cómo creábamos ese mundo.
Fue un gran reto.”
Admito que fui un tanto reacio a esas escenas similares a Inception que
aparecieron en el tráiler, sin embargo, en la película bastó con una
explicación simple e inteligente para justificarlas, y admito que me encantó,
sobre todo porque en un momento determinado se adaptan a lo que es este
universo, y logran una fotografía extraordinaria.
En este sentido, el problema radica en la moda del 3D, hay muchas, muchísimas
escenas que están pensadas para esto, que son las que estiran demasiado a costo
de mayor desarrollo de personajes o de la historia en sí. Culpa de estas
escenas hay algunas cosas que están contadas de manera muy superficial, como el
aprendizaje de Strange o el secreto de The acient one.
Un hechizo final
Las historias de iniciación son siempre interesantes, sobre todo cuando están
ligadas a cambios tan drásticos como es el de Doctor Strange. Es cierto que en
materia comiquera hay mucho material, del que no todo es bueno, pero siempre
supone una mirada entretenida a los juegos dimensionales y a las realidades alternativas
desde el lado de la magia.
Este film es básicamente eso, pero muy bien narrado y con una coherencia
interna notable. Hay fallas, por supuesto, como no darle el tiempo de
desarrollo a ciertos aspectos como el aprendizaje de las artes místicas, la
revelación de The ancient one o incluso el enfrentamiento final con Kaecilius.
Duele y molesta pensar en que fueron sacrificados a propósito en pos de tener
más escenas pensadas exclusivamente para 3D, que pueden ser fácilmente
omitidas. Otro aspecto, es que al igual que Iron Man, se sostiene demasiado en
el protagonista y es evidente que con alguien que no tenga la calidad actoral
de Benedict Cumberbatch, el film no hubiese funcionado tan bien.
La gente de Marvel no es estúpida. Saben muy bien hasta qué punto explotar las
fórmulas de sus películas y cuándo generar un cambio. Esta película supone ese
cambio, no solamente por la introducción de las dimensiones alternativas, sino
por una narrativa un tanto más seria y más ligada al humano que al súper héroe.
Aquí el drama es intenso y la resolución sí marca un cambio en el personaje,
que, vuelvo a insistir, depende mucho de Cumberbatch.