La evolución de Dago
Hace
unos meses, más exactos en Abril, se completó la colección de material inédito
de Dago en Argentina que había
anunciado la editorial Comic.ar. Es
una pena que no vamos a tener Dago para rato, porque siempre da gusto volver a
los buenos personajes de Editorial Columba,
sobre todo cuando están editados con tanta calidad. Desde el vamos, estas
historietas están en blanco y negro. El papel es de calidad y la edición es tan
notable que nos hace olvidar esos tomos en papel de diario y colores chillones
a los que nos tenía acostumbrados Columba.
Al igual que muchos personajes de culto, en Dago encontramos fórmulas que se
repiten una y otra vez entre arcos argumentales. Las más significativas en este
universo son esas mujeres fatales que caen rendidas ante los encantos de Dago
(que debe ser ancestro de James T. Kirk); Los villanos a los que Dago los
humilla y quedan enojados durante toda la saga hasta que sufren su destino, ya
sea fatal o de redención; Y por supuesto, la forma en la que la astucia del
protagonista hace que salga victorioso de lo que sea. Si tenemos en cuenta que
las historias de este personaje se vienen editando desde 1981 prácticamente sin
interrupciones, hay que tener en cuenta que la misma fórmula no va a servir
siempre, algo tiene que cambiar y tiene que haber un elemento además del
carisma de Dago que haga que este personaje siga tan vigente incluso hoy en
día.
La respuesta está en algo que pudimos
apreciar en las últimas etapas de editorial Columba, que fue la evolución de la
escritura de Robin Wood. Este
guionista ingresó por la puerta grande, desde sus primeros guiones pudimos
apreciar una gran calidad y muchísimo manejo de la historia. Sin embargo,
habían ciertos elementos de censura editorial que lo limitaban, pero incluso
así sus historias y personajes eran geniales. Lo otro eran esos cuadros de
texto en los que describía entornos y sensaciones, que en las décadas de los
sesenta y setenta estaba perfectos, pero los públicos cambian y las historietas
evolucionan. Hoy sería un suicidio escribir con tantos cuadros de texto, cosa
de la que Robin Wood ya era consciente desde que escribía El Peregrino y por
supuesto, las últimas sagas que se editaron en el país de Dago. Sin esa carga
de texto, la narrativa tenía que ser más dinámica y los diálogos (uno de los
fuertes de Wood) aún más efectivos. Esa evolución se dio de a poco, mientras sus
guiones fueron cobrando aún más fuerza y la madurez que se espera de un
escritor experimentado.
En esas últimas historias de Columba también vimos como Dago se iba sumergiendo
en la historia y se mezclaba con personajes reales, con un gran acierto por
parte de Wood: siempre respetar lo que sucedió. Por más que nuestro héroe haya
estado sumergido en las intrigas políticas y los juegos del poder, respetaba
los hechos con mucha exactitud. La documentación histórica, que siempre fue un
fuerte de Wood se profundizó aún más para brindarnos mucha exactitud en cuanto
a datos y encima, como es moneda corriente en Dago, poder generar intrigas del
poder y tensiones incluso cuando sabemos cómo van a terminar las cosas.
Sin las barreras de Columba y con esta evolución de la que les hablé, Wood
rompe sus propias barreras y nos muestra en sagas como El saqueo de Roma o El
oro del Inca la decadencia humana y hasta dónde llega la barbarie. Los
personajes históricos se vuelven aún más peligrosos que los secundarios o
villanos de turno que crea el autor y por supuesto, el entorno es siempre una
bomba a punto de estallar, que cuando lo hace, los personajes la van a pasar
muy mal y sobrevivir es algo que va a requerir muchos recursos y toda la
astucia posible. Esto es otro acierto del gran Wood.
El dibujo está a cargo del talentosísimo Carlos
Gómez. Si Wood realizó los deberes en cuanto a investigación, este artista
no se queda detrás y es capaz de retratar con un realismo y detalles
sorprendentes esos momentos históricos. Construye el viaje al pasado desde las locaciones,
las ropas e incluso con frescos y estatuas que reproduce con una exactitud
notable. Cada viñeta tiene tanto trabajo que nos hace preguntar si este
dibujante es humano y cómo pudo completar esas páginas a tiempo. En las
historias que suceden en américa tampoco se queda corto y es capaz de
sumergirnos en el peligro de las selvas y esas ciudades perdidas sin problemas.
Alguien que maneja tanto realismo y tantas locaciones puede pecar de ser
estático, como le pasó a Harold Foster, pero Gómez se termina de lucir en lo
épico, en la acción y la crudeza de los momentos históricos violentos. Son
viñetas y páginas que se lucen muchísimo y lo llevan a este artista al panteón
de los mejores ilustradores de las últimas décadas.
Con tantos años de aventuras, Dago peca de tener una salida para toda
situación. Claro que incluso a él le cuesta bastante salir airoso e incluso la
violencia y barbarie lo llegan a superar psicológicamente al punto de que Wood
después de El oro del Inca rompe sus propias fórmulas y lo vuelve a lo inesperado,
cosa que se agradece y hace que esta colección haga que nuestras bibliotecas se
dignifiquen con buena historieta.